jueves, 24 de octubre de 2019

Las redes sociales y su función como espectáculo de vigilancia y castigo.


En vigilar y castigar Michel Foucault abordaba una eterna preocupación de las sociedades occidentales, la relación entre la vigilancia y el castigo, a lo largo del libro nos va insertando en la evolución del castigo del soberano, tomando este poder del suplicio de la carne, los patíbulos se construyen como el espectáculo que muestra simbólicamente la autoridad del rey, su fuerza, en esta forma de ejercicio de poder el énfasis se coloca en la demostración pública de las consecuencias de desafiar la autoridad del rey, apelando al terror como forma de control social, en el temor al suplicio de la carne.

El suplicio mostrado como espectáculo en los patíbulos tiene como intencionalidad el construir una forma de poder especular, los condenados son un ejemplo de los alcances del poder, cada grito, cada suplica, cada desgarro de la carne, cada hueso roto, cada miembro cercenado potencian la autoridad del rey, construyen un poder implacable, absoluto y omnipotente.

A partir del siglo 18 y con las ideas de la ilustración cada vez más difundidas, los suplicios comienzan a perder su percepción como signo de justica para ser representados como signo de abuso de poder, de barbarie, comienza entonces una inversión dialéctica en la relación vigilancia-castigo, de ser la prioridad el castigo a poner en énfasis en la vigilancia, en el desarrollo de diversas estrategias y discursos de saber-poder con respecto a la prevención del delito, en las formas de detección temprana de los comportamientos disruptivos, comienza lo que se conoce como la sociedad disciplinaria, cuya finalidad y objetivo primordial será la producción de una sociedad de cuerpos dóciles y obedientes.

El ejercicio de poder se transforma en sus objetivos y su funcionamiento, pasa de producir poder a partir del terror y el suplicio de cuerpo, de utilizar el dolor como forma de control a pasar a un ejercicio de poder más sutil, que ya no tiene en sus miras y objetivos el dolor corporal sino apela a quebrar el espíritu, a extinguir la dimensión metafísica de los sujetos, a construir un poder que regule y controle la desobediencia, que aniquile el espíritu de rebeldía incluso antes que sea producido en los sujetos utilizando diversas disciplinas como la pedagogía, la medicina, la ortopedia, la psicología, el derecho, la arquitectura. Estas disciplinas tienen a su vez el doble objetivo de potenciar la fuerza productiva de los sujetos, construyendo al cuerpo como una máquina de producción pero a la vez, despojándolo de fuerza a nivel político, espiritual y social.

En estas nuevas tecnologías de poder el castigo deja de constituirse como un espectáculo, el castigo pasa a ser algo vergonzoso, simboliza el fracaso de las estrategias disciplinarias, debido a eso se construyen instituciones de exclusión, de encierro, como la prisión, los hospitales psiquiátricos,  espacios en donde el castigo pasara a nombrarse rehabilitación y esta será en privado, lejos de la mirada de la sociedad y cuyos aspectos discursivos de estas rehabilitaciones serán los únicos que se difundirán socialmente, creándose las estructuras dialécticas de normal- anormal, salud – enfermedad, legal – ilegal,  como valores ideológicos a reproducirse en las sociedades.

Estos espacios de exclusión cumplirán una doble funcionalidad, por un lado se constituirán como espacios de experimentación de las tecnologías disciplinarias, y en segundo lugar como reforzamiento de las estructuras ideológicas dominantes.

Durante varios siglos la sociedad disciplinaria se consolido como el modelo de producción de formas de subjetivación y de ejercicio de poder predilecto por la mayoría de las naciones, hasta que a mediados del siglo 20 y con las transformaciones los procesos de producción capitalista se desarrolla una nueva forma de ejercicio de poder, la sociedad del espectáculo, una variante que tiene como objetivo el producir una forma diferente de posicionarse de los sujetos ante la obediencia, se deja de lado el estado y la obediencia ligada más a lo jurídico – político para pasar a colocar al capital como la nueva instancia simbólica e ideológica a la cual obedecer y cuyas prácticas de subjetivación se traducirán en el consumo como forma correcta de vivir.

Se crea así el ente del consumo que se somete a la ideología capitalista, un sujeto que toma la apariencia como forma de vida, en esta sociedad del espectáculo se articulan dos funciones subjetivas en apariencia contradictorias pero que en su praxis reflejan ser totalmente funcionales, por un lado la sumisión a la cultura consumista, por otro lado la potencializacion de la idea de libertad, una libertad que tiene su mayor expresión en el consumo, el sujeto es libre en tanto elige que consume y esto se traduce en un modelo de vida, una forma de existencia banal y superficial que hay que mostrar permanentemente, ligado a el constante avance tecnológico, se masifican estos modelos de identificación, se construyen estereotipos que tienen como finalidad el centrar la existencia en los aspectos banales, superficiales, el yo se diluye para estructurarse como un mero elemento especular, una farsa, dejan de ser importantes los afectos, las emociones, las sensaciones, los pensamientos para ser sustituidos por las cosas que se tienen, los viajes que se realizan.

En este esquema social la relación vigilancia – castigo adquiere otros alcances y otros objetivos, los espacios de exclusión siguen operando pero ya no tienen la aceptación social de otros periodos, se empiezan a ver como espacios de abuso de poder igual que ocurrió con los patíbulos, la sociedad el espectáculo permite una forma de control diferente, logra construir una sociedad autodisciplinada que con el hecho de que los sujetos se adhieren a sistemas ideológicos dominantes ya no es necesaria la amenaza de la exclusión física, del encierro, siguen existiendo estos espacios porque ya persiguen otros intereses distintos al 
del castigo.

Al pasar a ser una sociedad autoregulada la vigilancia empieza a producirse entre los propios sujetos,  estos se vuelven los garantes de reproducir los sistemas ideológicos y observar en las conductas y pensamientos de los demás que sean llevadas a cabo de forma adecuada, esta vigilancia estará enfocada en dos aspectos ideológicos dominantes, por un lado el consumo como forma de existencia y su completo la ostentación del consumo, el mostrarlo permanentemente, se generaran así dinámicas sociales en donde todos observan detenidamente el consumo de los demás, que tienen, de que carecen, a que lugares van, espejeándose unos con otros, entrando en competencia directa, de tal forma que pocos puedan abstenerse de entrar en estas formas de existencia.

El castigo aquí toma forma principalmente en la exclusión, se excluye de las dinámicas sociales a aquellos que no encajan con la ideología dominante, se les excluye de espacios de recreación, culturales, educativos, son relegados a ser ciudadanos de segunda, que no aspiran a tener una buena calidad de vida como aquellos que si consumen masivamente, el castigo aquí es un castigo en relación a la calidad de vida y al aislamiento de ciertos procesos sociales y tiene una naturaleza de índole económica principalmente.

La sociedad del espectáculo poco a poco va llevando a construir una vida liquida, banal, superficial y a produciendo relaciones virtualizadas y con el surgimiento de las redes sociales esta virtualización adquiere su mayor expresión, creando una sociedad de personas atrapadas frente a una pantalla, una red que engloba un gran cumulo de sujetos que viven, publican, se manifiestan en la red como si de la realidad se tratara, que se representan como sus avatares, como sus fotos de perfil y en donde los espacios exteriores son cada vez menos relevantes para pasar a comprender la realidad a partir del filtro de la pantalla de la computadora o el teléfono inteligente.

En esta nueva realidad se necesitan también ciertas formas de estructura de ejercicio de poder, formas de adaptación de las tecnologías de vigilancia y de castigo que he enunciado con anterioridad, las redes sociales retoman 3 estrategias fundamentales que describiré a continuación.

Volver el castigo y vigilancia un espectáculo. Es cada vez más común encontrarnos con que cada semana se inicia uno o varios linchamientos masivos de alguna persona en las redes sociales, encontramos una dinámica en donde alguna persona protegida generalmente por el anonimato que la virtualidad permite, denuncia a alguien públicamente de estar cometiendo algo indebido, de haber realizado algún comportamiento considerado como anormal, insano, incorrecto, de expresarse de forma políticamente incorrecta en función de los sistemas ideológicos dominantes, reproduciendo de forma muy parecida el procedimiento que se realizaba en los tiempos de las quemas de brujas, se espera una reacción de los miembros de esta sociedad virtual que es la red social, que se unan a la condena, que expresen su rechazo y desprecio por la persona transgresora, aparecen una lluvia masiva de insultos, de agresiones, amenazas, se pide que esa persona sea castigada, excluida de las redes, bloqueada, que pierda su empleo o sea expulsada de su centro educativo, que sea señalada por su familia, que obtenga el desprecio de sus conocidos.

Tal cual la gente acudía a los patíbulos las personas se conectan a su red social favorita en búsqueda de sangre, de tener un objetivo en cual saciar su necesidad de ejercer violencia, se instaura un proceso de vigilancia permanente de las publicaciones de las personas, de sus fotos, de sus chistes, sus vídeos, con la finalidad de encontrar esos sujetos que se escapan de la norma, de lo correcto, la tecnología de los teléfonos inteligentes permite que todos estén en búsqueda de tomar esa foto comprometedora del otro, ese vídeo que capte la conducta incorrecta, el comentario políticamente incorrecto. Esto cumple dos objetivos principales en la población, por un lado salir del anonimato existencial al cual están condenados una gran parte de la población ya que al ser alienados y estar homogenizados todos son iguales a otros por lo cual este tipo de denuncias se vuelven una forma de destacar ante los demás, de quedar como el héroe que lucha por lo correcto, que vela por la adecuada convivencia humana, se construyen los “Social Justice Warriors” gente que persigue sin cesar toda la incorrección política y que en muchos de los casos acaba capitalizando eso en una serie de ganancias económicas altamente redituables.

El segundo aspecto es el de formar parte de la dinámica del espectáculo, ser famoso por un día, por unas horas ser entrevistado en tv, ser conocido socialmente, esta necesidad de reconocimiento lleva a una gran cantidad de personas a grabarse, fotografiarse, expresar constantemente sus opiniones alienadas, buscando alcanzar ese premio que consiste en la viralizacion de tu vídeo, de tu foto, de tu publicación, es formar parte de esta dinámica en donde a veces denuncias a veces expresas tu malestar y que inconscientemente tiene la intención de romper con la sensación de pasividad, de inacción, este tipo de acciones, de denuncias construyen la ilusión de que se está haciendo algo importante, que se está cambiando al mundo y que en el fondo solo es una búsqueda de sentido existencial, una forma de romper con el sinsentido de la existencia humana, un intento de trascendencia bastante primitivo y carente de una estructura reflexiva.

En este espectáculo del castigo importa poco la verdad, da igual si la persona realizo de verdad aquello que se le acusa y se le denuncia públicamente, da igual el contexto en el cual se llevó a cabo la acción grabada en el vídeo, da igual el sentido que tenía el comentario enunciado que es políticamente incorrecto, lo importante es la notoriedad que le dará a aquel quien denuncia, la posibilidad que dará a múltiples personas de sacar sus frustraciones agrediendo al denunciado.

Otro efecto importante en este espectáculo es que al ser realizado por medio de la virtualidad y del anonimato permite el eludir la responsabilidad, esto por dos vías, la responsabilidad de aquel quien denuncia de los efectos que su acción produce en aquel que se denunció, si pierde su trabajo, si es agredido por la comunidad, si es golpeado, todos se esconden en el anonimato para dar rienda suelta a sus ansias de poder y castigo, por otro lado en las personas que comparten las denuncias y que permiten su viralizacion, eluden la responsabilidad de comprobar que aquello que comparten es verídico, al buscar simplemente formar parte del espectáculo de linchamiento de turno se comparte información de forma irreflexiva, y se niega cualquier tipo de responsabilidad en los efectos que tuvo en alguna persona el compartir esa información, se construye así la hiper-realidad, una realidad dictada por lo que la mayoría cree, por la información que se comparte, por la cantidad likes que tiene una publicación, la cantidad de gente que la compartió, por si es hash-tag, esto se utiliza por distintos tipos de estrategias y de instituciones de ejercicio de poder para poder dictar la verdad, para controlar la opinión pública, construir formas de subjetivación en la población sin necesidad de recurrir a ese poder violento del soberano, a ese poder disciplinario y correctivo, sino a un poder más retorico, mas basado en el convencimiento, y el control ideológico.
Para concluir la reflexión seria importante cuestionarnos como sociedad y como individuos, 

¿Por qué tenemos tanta necesidad de castigo, porque tenemos tanto goce con el presenciar el castigo del otro, su sufrimiento, su dolor? Y en segundo lugar insertar una dimensión ética en nuestras acciones, empezar a cuestionarse cada que vemos una publicación de denuncia si es verdad, si se tiene constancia que aquello es verídico, corroborar la información, dejar de ver esta dinámica social como un espectáculo divertido para empezar a verlo como lo que en realidad es, un espectáculo de decadencia en donde la alienación y la ignorancia triunfan y en donde al final del día todos los participantes acaban más sujetos al poder de lo que dan cuenta.

Eduardo Contreras Merino.


viernes, 24 de mayo de 2019

Los ciudadanos de primera segunda y tercera clase.


A pesar de lo que continuamente busca hacernos creer la creciente tendencia del pensamiento y lenguaje políticamente correcto, en nuestra sociedad no existe ni la equidad ni la igualdad, existen diferencias muy profundas y marcadas entre ciertos sectores de la población, en este escrito buscare hacer evidente como a pesar de que ciertos discursos de saber-poder buscan establecer la  ideología de una falsa equidad y progreso social en realidad en nuestras sociedades occidentalizadas se han construido dispositivos biopoliticos que tienen la finalidad de clasificar y  dividir a la población en 3 grupos muy específicos, los sujetos de primera, segunda y tercera clase.

La biopolitica es la forma de ejercicio de poder que tiene como finalidad la administración de la vida o muerte de sujetos dentro de una población, administrar sus cuerpos, su sexualidad, la calidad de vida que tienen, sus pensamientos, su deseo,  con la creación de la sociedad disciplinaria esto adquirió forma y se construyeron las instituciones que facilitarían el proceso de esta clasificación y segmentación de la sociedad, para darle forma a esta reflexión la dividiré en 3 ejes básicos, el primero es definir cuáles son estos 3 tipos de sujetos en nuestra sociedad, el segundo los criterios en los cuales se basa la biopolitica para asignar las posiciones sociales y el tercero el evidenciar los discursos que permiten que se sigan reproduciendo estos ordenes sociales.

Comencemos así entonces con los 3 tipos de estructuras sociales que se reproducen en nuestra sociedad, ¿Quiénes son? Es fácil imaginarse cuales son los ciudadanos de primera clase, son aquellos que tienen privilegios sociales, económicos, legales y políticos en nuestra sociedad, son los burgueses que tanto combatía Marx, una clase social dominante que impone sus criterios morales, ideológicos a la mayoría de la población, son los portadores del capital lo cual en nuestro sistema social los vuelve casi intocables e inmunes a cualquier tipo de regulación social. Son aquellos que por su capital económico y político tienen mejor calidad de vida, mayor acceso a la educación a servicios médicos, a calidad de vivienda, a recreación. En un mundo en donde todo tiene un precio y todo cuesta dinero solo aquellos con suficiente capital pueden tener acceso a una experiencia humana con mayores posibilidades.

Los sujetos de segunda clase son aquellos que tienen acceso hasta cierto límite en las sociedades, se les permite tener cierta calidad de vida pero se les imposibilita el acceso al primero grupo dominante, dentro de este grupo se podrían establecer dos subgrupos los de segunda clase a y b, los del grupo a podrían ser identificados con la clase media en las estructuras sociales, son grupos que tienen posibilidad de tener cierto nivel de consumo, de accesos a la educación, a los servicios médicos, pero cuya estabilidad económica siempre está en relación a las estructuras macroeconómicas, su posición siempre se encuentra en riesgo y es muy frecuente que ante una inestabilidad económica caigan al grupo de segunda clase b. Los que se encuentran en el subgrupo b son aquello que Marx denominaría los proletariados, son aquellos que están en regímenes de explotación sistemáticos, la mano de obra de la producción, su calidad de vida es significativamente inferior a las clases medias y generalmente se traduce en una experiencia de mera sobrevivencia, de obtener los recursos mínimos para subsistir condenándolos a una reproducción sistemática de su posición generación tras generación, viviendo en un círculo de repetición infinito.

Los sujetos de tercera clase son aquellos que no entran dentro del orden de producción dominante, son grupos sociales aislados y minoritarios los cuales presentan una ausencia total de acceso a cualquier tipo de calidad de vida, están excluidos totalmente de los servicios básicos, de medios de alimentación de vivienda, de alimentación, médicos, son grupos que biopoliticamente son condenados a la aniquilación, se genera así una Necropolitica, una serie de medidas sociales con la intencionalidad de extinguirlos, borrarlos, evitar su crecimiento y su reproducción.
Ahora entramos en el segundo eje de la reflexión, ¿Qué tipo de criterios utiliza la biopolitica para dictaminar esta estructura de clasificación social?  El principal criterio es el de la utilidad.

Con la creación de la sociedad disciplinaria uno de los aspectos claves fue la de crear sujetos y cuerpos útiles, esto construye 3 tipos de funciones sociales de los sujetos, los de primera clase representan aquellos que poseen el capital y cuya funcionalidad es la de producir riqueza (aunque sea solo para ellos), se generan discursos asociando al empresario como principal actor de la producción de riqueza y bienestar en una población con su creación de empleos, se construye el mito del empresario, aquel cuya bondad infinita hace que arriesgue su dinero con tal de producir empleos en una sociedad y dotar de recursos a los demás, si su función es la de creación de bienestar entonces la lógica del libre mercado reclama que hay que apoyarlos, consentirlos, estimularlos a realizarla, darles privilegios, zonas geográficas específicas para ellos, escuelas, hospitales, flexibilizar las leyes para ayudarlos a realizar tan noble labor. Un discurso que se nos repite hasta la saciedad, en las mesas políticas, en los noticieros, en las organizaciones de empresarios, vemos como se habla de la estimulación de la creación de empleos, el análisis de la prosperidad de una nación está en función de la cantidad de empleos que puede generar, poco importa la remuneración de estos empleos, las ganancias obscenas que estos empresarios consiguen, el punto en que se centra en discurso es en su utilidad como generadores de empleo y riqueza.

Si la función del sujeto de primer nivel es la de la creación de empleo los de segundo nivel deben tener otro tipo de funcionalidades, en la segunda clase categoría A se cubren dos funcionalidades sociales, la primera es la de proporcionar una mano de obra  técnica y especializada, desempeñar los puestos medios que son necesarios en todo tipo de organización jerárquica para el adecuado control y medidas disciplinarias, su segunda funcionalidad consiste en ser consumidores, son aquellos que por medio del aspiracionismo tienen una alienación con su deseo que los vuelve consumidores voraces, la publicidad está enfocada hasta este grupo, el cual reproduce una serie de discursos y los incorporan a su existencia, al ser los principales consumidores masivos se necesita que accedan a una mejor calidad de vida, que tengan mejores sueldos, se instaura así la figura del crédito, el cual les permite consumir y demorar el pago de los servicios y productos, siendo así su principal debilidad, se encuentran en una posición inestable debido a que están ahogados en deudas, viviendo un mundo de pura ilusión la cual es fácil que ante cualquier crisis económica se rompa y pasen a ser de la segunda clase categoría B.

Los sujetos de segunda clase categoría B su principal funcionalidad en la sociedad es la de ser los productores de las mercancías, su principal característica es ser la mano de obra de trabajo y mientras más barata sea esa mano de obra mayor es su atractivo para los grandes capitales, su consumo se reduce en gran medida a productos y servicios de primera necesidad, su salud depende en gran medida de los programas de asistencia social, en ellos el riesgo no es el de perder su poder adquisitivo, está en perder la vida, en morir de hambre, de enfermedad, su calidad de vida se ve acortada frecuentemente por las condiciones en que desempeñan su trabajo así como las exigencias explotadoras cada vez más demandantes de las empresas. Las políticas públicas buscan prolongar lo más posible su vida biológica, se apela a brindarle únicamente aquellos servicios básicos que les permitan mantener un cierto grado de funcionalidad en la maquinaria de producción para seguir aportando mano de obra al capital, generando a su vez lo que Marx denominaba como el ejercito de reserva cuya función es abaratar la mano de obra teniendo un cierto número de sujetos en el desempleo, generando así en el trabajador una tendencia a aceptar cualquier condición laboral con tal de salir del desempleo y tener algún tipo de ingreso así sea mísero y sirva muy poco para mejorar su calidad de vida.

Al ser dentro del orden capitalista dominante su principal función la producción por ende se busca reducir al máximo su posibilidades de movilidad social, se les aísla geográficamente en barrios con carencias de servicios básicos, médicos, su acceso a la educación frecuentemente es obturado por su incapacidad económica de sostener los gastos de la educación, quedando como una de las pocas posibilidades de supervivencia volverse mano de obra o la delincuencia la cual tiene también toda una utilidad política pero eso será motivo de reflexión en otro escrito.

En los sujetos de tercera clase se presenta otra dinámica totalmente distinta, son aquellos que no son útiles ni funcionales al sistema social, incluso en algunos casos son un obstáculo para la implementación de ciertos negocios de los grandes capitales, en esta área encontramos a aquellos que Foucault denomina como los “hombres infames”, los locos, los enfermos, los depravados, los que pertenecen a una etnia, los indígenas, los delincuentes. Estos grupo de sujetos están excluidos de toda la estructura social, no consumen, no aportan mano de obra y mucho menos son poseedores de capital de inversión, su vidas al no ser útiles para el sistema se aplica la estrategia biopolitica de la exclusión, aislamiento geográfico y por último la necropolitica, es decir la extinción.

Vemos así los fenómenos que en todo el mundo parecen ser ya cotidianos, como el apartheid, las masacres sistemáticas de poblaciones de regiones enteras, el objetivo es simple, erradicarlo de la faz de la tierra, esto debido principalmente a una razón de orden práctica, transformar sus condiciones sociales costaría una gran cantidad de recursos económicos y políticos, desarrollo de políticas de integración, de educación, de capacitación laboral, esto sería demasiado costoso por lo tanto la respuesta es la necropolitica, minimizar los costos extinguiéndolos sistemáticamente, aquí vemos la cara más dura de la biopolitica, el derecho a la vida o muerte, algo que lamentablemente ocurre de manera sistemática.

Por ultimo queda la pregunta, ¿Cómo es que este sistema social de división de clases de sujetos se consolida? ¿Qué factores son los cuales permiten la reproducción y el sostenimiento de este orden social? Aquí es donde se unen las practicas discursivas con las estrategias políticas, los discursos de saber poder que generan una narrativa que transforma la realidad, le da otro nombre, la estructura y define en función de ciertos intereses económicos y políticos, aquí enunciare alguno de estos discursos.

1.- El mito del progreso. El capitalismo ha construido una mitología discursiva alrededor de la idea de progreso, constantemente se alude a que las sociedades industrializadas son las que más progreso tienen, asociando así la producción económica con el progreso, se destacan las ventajas de vivir en una sociedad económicamente productiva, como la diversidad de productos a consumir, la diversidad de servicios, los avances tecnológicos, invisibilizando todos aquellos factores de desigualdad social, de división de clases que estas mismas sociedades industrializadas producen, alienando así la percepción de los sujetos que con tal de obtener el nuevo teléfono de moda y encerrados en su narcisismo consumista se percatan muy poco de su lugar su social y la función que cubren para la reproducción de este sistema.

2.- El mito de la meritocracia. Otro de los discursos más repetidos y difundidos para la reproducción del orden social es el de la meritocracia, la mejor forma de representar eso es tomar el ejemplo del “sueño americano” un mito en donde se reproduce la percepción de que cualquiera puede aspirar al éxito si se esfuerza y trabaja lo suficiente, si se adapta y obedece las reglas del juego, derivando muy fácilmente en simplificaciones de la percepción de las desigualdades sociales, argumentando que los pobres son pobres porque no se esfuerzan, porque son flojos, no trabajan, no emprenden, no tienen mentalidad exitosa, en tiempos recientes estos discursos son cada vez más reforzados por prácticas discursivas como el couching, la literatura de superación personal, la seudofilosofia del pensamiento positivo, esto da como resultado la producción de millones y millones de personas alienadas que van por el mundo reproduciendo discursos de éxito, pero que jamás lograran conseguir, acumulando cada vez más frustración y enojo y  al no tener conciencia de clase lo canalizaran contra sus semejantes en vez de contra de aquellos que de verdad producen sus condiciones de vida, volviendo muy difícil la organización, la implementación de acciones de resistencia, y generando una rigidez de la dinámica social.

3.- Los discursos de odio. Como bien decía Foucault, la eficacia del poder radica en ser invisible, en ser sutil y que los lugares de ejercicio de poder sean  muy difíciles de ubicar, este orden social dominante ha tenido una eficacia incuestionable para lograr un ejercicio de poder sostenido, una de las técnicas utilizadas es la de construir enemigos públicos, enemigos en los cuales se proyectaran todos aquellos problemas del sistema, todas sus fallas, es en la otredad en donde se coloca todo aquello que obstaculiza el acceso al progreso, no son las políticas económicas que privilegian a ciertas clases sociales las que producen la miseria, la desigualdad, son los extranjeros, los obreros flojos, los de color de piel distinto al blanco, los delincuentes, produciendo que las personas se identifiquen con estos discursos, y exijan medidas xenófobas, racistas, clasistas, como intento de mejorar sus condiciones de vida, algo que aun implementadas estas políticas no ocurre, así que se repite el ciclo y se crea un nuevo enemigo público garantizando el sostenimiento de ciertas clases sociales en el ejercicio de poder y el cuidado de sus intereses.

4.- la ideología del individualismo.  Otra de las formas de reproducir el orden social dominante es por medio del establecimiento de la ideología individualista, hacer que el sujeto se vuelva narcisista, que apele a velar únicamente por su bienestar, por sus intereses, que se inserte en una dinámica de competencia en donde permanente se trata de vencer al otro, de ser mejor que el otro, una competición que va desde cosas como quien tiene mejor trabajo, quien gana más dinero, quien viaja más, hasta quien tiene la pareja sexual más atractiva, quien tiene más parejas sexuales, al centrar su vida en aparentar y en competir con los demás el sujeto pierde conciencia sobre si y sobre su posición el orden social, se enajena ante el discurso individualista, aunado a la perdida cada vez más sistemática del Ethos,  poco importa los medios utilizados para obtener aquello que se desea, lo importante son los resultados, generando así dinámicas sociales cada vez más agresivas, mas antiéticas, y deteriorándonos como humanos, degradándonos cada vez a la condición de entes de consumo, carente de empatía, y de posibilidad de ubicar al otro como sujeto y no como un medio para obtener aquello que se desea.

A modo de conclusión es importante hacer visible estas divisiones de clase porque estamos atrapados en un loop de repetición histórico en donde ciertas clases se benefician sistemáticamente y otros padecen, es importante conocer nuestro lugar en este orden social porque solo así podemos apelar a transformarlo, el tomar conciencia de clase es básico para eso, abandonar estos discursos alienantes, dejar de reproducirlos y empezar a ubicar quien es nuestro verdadero enemigo, esos grandes capitales cuyos líderes no conocemos, esas aspiraciones consumistas que nos invitan a definirnos por las cosas que compramos, esa necesidad de aparentar lo que no somos, esa apatía que nos hace voltear la mirada a otro lado con tal de no ver la realidad, cuando no se sabe el lugar que se ocupa en una estructura social, se está condenado a ser esclavo no a poder ser libre.

Eduardo Contreras Merino.

miércoles, 1 de mayo de 2019

El mercantilismo como productor del sujeto deseante moderno.


El mercantilismo es una ideología económica que surge en occidente en el siglo XVII y que rompe con la representación de la economía en siglos anteriores, el impacto de esta transformación está presente aun en nuestros días ya que muchos de sus preceptos se siguen reproduciendo, en este texto mostrare algunos de estos discursos ubicando sus efectos en las relaciones subjetivas entre las personas y hacer visible como esta transformación en la forma de percibir la economía ha producido a su vez un nuevo tipo de sujetos que generan formas de relación específicas para con su deseo y para con los otros.

Antes del mercantilismo la percepción en relación a la economía y a la moneda pasaba por su relación especifica con el valor del metal que la constituía, la moneda era a su vez un signo que representaba un determinado valor dado por un gobierno pero a su vez su valor estaba determinado por el metal en que estaba forjada, a mayor existencia de ese metal la moneda tenía un valor bajo, ante la carencia del metal en que estaba forjada aumentaba su valor de forma significativa, la carencia o ausencia de metales a su vez producía un aumento o descenso de los precios y el concepto de riqueza estaba representado más por la posesión o carencia de metales y su circulación en el mercado que del valor simbólico de la moneda.

El mercantilismo rompe con esta concepción de la economía para colocar como eje fundamental la función simbólica de la moneda y sus efectos en los intercambios comerciales, en el mercantilismo el valor de la moneda dejara de estar en relación al metal de su forjacion para ser definido exclusivamente a partir de ciertas dinámicas del intercambio comercial,  empezara a ser pensada en tanto la capacidad de adquisición que la moneda tenga, esto genera una serie de interrogantes que buscan definir y comprender cuáles son esas leyes que definen el intercambio comercial en las sociedades, ¿Qué permite que se produzca el intercambio comercial? ¿Qué determina el valor de las mercancías? La respuesta a la primera pregunta lleva a occidente a replantearse sus procesos económicos pero a su vez la misma estructura de sus sociedades, surgen conceptos como la oferta, la demanda, la carencia el excedente, la ganancia, los costos de producción, de transportación, estos conceptos comienzan a definir las dinámicas comerciales , le dan forma a lo que más adelante será el liberalismo económico, la respuesta a la segunda pregunta lleva a un análisis de otro orden, enfocado al deseo y la percepción humana, la economía mercantil pasa a ser una economía de los deseos también.

Este proceso de desarrollo de la economía de los deseos parte de una pregunta esencial ¿Qué es lo que puede producir el intercambio comercial? Surge una primera respuesta básica ante esto, la lógica es que el intercambio comercial se produce en tanto alguien en la sociedad tiene un excedente de un objeto y otro tiene una carencia de ese objeto, pero pronto se ve que esto no define de forma satisfactoria el intercambio comercial, aquí es donde encaja el deseo, ese otro carente del objeto susceptible de intercambio debe tener un deseo por ese objeto, un interés que lo lleve a intercambiar dinero por él, esto lleva a formular una siguiente pregunta epistemológica, ¿Qué es lo que genera deseo en los humanos? ¿Qué propiedades debe tener un objeto para ser un objeto de deseo en la sociedad? Y por último ¿Cómo determinar el valor de esos objetos de deseo en un intercambio comercial para producir una economía y un comercio sostenible? Estas son las inquietudes del siglo XVII que irán mutando para perfeccionarse con el liberalismo económico, dos ejes fundamentales que se unen constantemente, la preocupación por comprender el funcionamiento de las relaciones comerciales y el construir un saber, control y desarrollo de una economía de los deseos. Si se pudiera definir de una forma simplificada se podría decir que la inquietud a partir del siglo XVII en adelante en occidente consistirá en responder una pregunta clave ¿Cómo se puede mercantilizar el deseo humano?

Los diversos discursos que se articularon para responder a estas inquietudes es lo que fue produciendo una transformación lenta pero constante en la subjetivas de los humanos, esto lleva a enunciar la pregunta eje que desarrollare a continuación, ¿El mercantilismo es lo que produjo nuestra noción y representación del deseo? Para darle un orden a esto lo dividiré en 3 aspectos, en primer lugar la representación de lo que es un intercambio comercial y sus efectos en el deseo, en segundo lugar la representación de lo que hace deseable a un objeto en el comercio y sus efectos en el deseo y en tercer lugar el concepto de valor dentro del intercambio comercial y sus efectos en el deseo.

Iniciemos entonces con las reglas del intercambio comercial, estas son simples como lo mencione con anterioridad obedecen a reglas de carencia y excedente, un sujeto tiene un excedente de algo que otro carece y ese algo que el otro tiene es deseado, es decir tiene un valor de deseo, el deseo es la clave para posibilitar el intercambio comercial, esto construye ciertas reglas a la hora de representar el deseo, un deseo que funciona entonces a partir de la lógica de la falta, es la falta en el sujeto lo que posibilita el deseo, una lógica que determinara la forma de pensar al deseo en adelante, una dinámica que el mercantilismo define en dos procesos, el primero en donde el sujeto percibe que el otro tiene algo que le falta y que desea, en segundo lugar que para acceder a eso que desea debe perder algo, en este caso dinero, al insertar la dinámica del deseo en las relaciones comerciales el mercantilismo no solo define lo que será el capitalismo en el futuro además produce una nueva forma de pensar al deseo, la triada falta, deseo, perdida será reproducida por infinidad de discursos y aun en la actualidad sigue siendo la forma más recurrente de definir al sujeto de deseo.

Los siguientes postulados del mercantilismo profundizan en esta representación del deseo, no se queda en una mera definición del funcionamiento del deseo sino apelan a definir qué es lo que posibilita que algo sea deseable, aquí desarrollan 4 conceptos claves, los objetos son deseables porque cumplen con 4 funciones que si bien no se excluyen entre si tampoco son necesariamente incluyentes, puede presentarse alguna aislada y de hecho es muy frecuente que ocurra, estas 4 funciones son la necesidad, la utilidad, placer y la rareza, estas 4 características de los objetos es lo que permiten que sean susceptibles de venta, es decir que son lo que permite que se establezca esta dinámica del deseo de la falta y la perdida, esto más adelante será ampliado ya no solo a los objetos sino a los servicios que los sujetos pueden brindar a otros, esto lleva a concluir que los sujetos están dispuestos a consumir en primer lugar por aspectos de necesidades básicas, alimento, servicios básicos, ropa, vivienda, en un segundo eje están los objetos que son útiles en tanto cumplen una funcionalidad en la vida del sujeto, dentro de la utilidad de los objetos que producen deseo pronto se advierte que no existe una diferencia marcada entre los que son útiles porque producen comodidad, porque satisfacen necesidades o porque son objetos de adorno, viendo en ello una oportunidad de potencializar y de reestructurar la percepción de lo útil dentro de las sociedades, el tercer eje es el del placer que consiste en el grado de satisfacción que el sujeto obtiene de determinados objetos o servicios que desea, lo cual da lugar a una estructura de evaluación de los grados de placer que determinados objetos o servicios producen en nuestra sociedad y empezar a crear nuevos placeres más ligados a los objetos y los servicios que en las experiencias de vida, y la última categoría representa aquellos objetos o servicios que son deseables porque son raros o atípicos, construyen su dimensión de deseo a partir de su poco acceso, de su poca circulación en el mercado de intercambio.

Podríamos con estas categorías solo ver una genealogía de lo que hoy nombramos como marketing y del hiper consumismo moderno pero en un análisis más profundo se puede ver como esto tiene efectos específicos en la dimensión del deseo humano, es fácil ubicar la relación de estos postulados discursivos del mercantilismo en nuestra forma de posicionarnos ante las mercancías y los servicios pero ¿realmente no han tenido efecto en nuestras formas de amar, en nuestra forma de representar el sexo y nuestros vínculos? En el nivel de la necesidad es claro que hay una necesidad afectiva y sexual en nosotros como humanos pero si se observa con detenimiento se verá como la mayoría de sujetos su estructura de deseo para con los otros y sus vínculos parten de las siguientes 3 premisas, utilidad, placer y rareza, una de las características del mercantilismo es que borra al sujeto para centrarse en el bien que posee y es deseable, el sujeto portador no importa, lo que importa es lo que posee, vemos así como la transformación económica tuvo efectos en la dimensión subjetiva y como en el mismo proceso de desear el sujeto deja del lado al ser del otro para preguntarse, ¿Qué utilidad me traerá vincularme con él o ella? ¿Qué cantidad de placer me proporcionara el vínculo con ese otro? La rareza se ha modificado para darle lugar al lujo al concepto de lo exclusivo vemos así como otra de las formas de interrogarse en torno al deseo del sujeto moderno pasa por el nivel de exclusividad que ese objeto de deseo puede producir, se enlaza directamente con la dimensión del placer generando una ecuación en donde a mayor exclusividad del objeto de deseo mayor placer produce. Placer, rareza, utilidad, valores que se masifican y se construyen como parte estructural del deseo mismo en occidente.

Por ultimo encontramos la característica que ancla todo el marco ideológico del mercantilismo, la teoría del valor, para consolidar intercambios sostenibles no es suficiente con determinar cómo se producen y como determinar los bienes y servicios como objetos de deseo, hay que dotarle de un valor a estos, un costo, un precio, en términos de deseo seria comprender y controlar aquello que el sujeto pierde para acceder a su deseo, aquí es donde el mercantilismo comprende que fuera de los objetos de necesidad o incluso en ellos, la clave está en aquello que denominan como la capacidad estimativa en los sujetos, las cosas no tienen valor por si mismas es el sujeto y la sociedad quien las dota de un valor, construye signos y representaciones, respecto a ellas.

Para darle una estructura a esto producen una serie de argumentos, en primer lugar para determinar el valor de algo este objeto debe tener previamente un valor en la sociedad, una cotización, como decía anteriormente no es un valor que el objeto posea por sí mismo, es un valor imbuido, en segundo lugar el objeto es valioso porque puede ser intercambiado, la posibilidad de intercambio dota a las cosas o servicios de un valor extra, esto lo logra por medio de dos vías, convierte en cosas útiles que sin el intercambio seria inútiles, pensemos en un diamante, fuera del intercambio es solo una cosa brillante, solo se necesita que alguien desee poseer uno para que el comercio lo dote de un valor que carecía y construye una utilidad imaginaria que es la del adorno y nuevas formas de obtener placer como es el lujo, la ostentación. La segunda vía es construyendo códigos de representación apreciativos, produciendo nuevos criterios estéticos, formas de percibir y representar la belleza, estos determinan aquellas cosas que son bellas y susceptibles de ser comerciadas y las feas que son desechables y carecen de valor, aunado a esto el valor esta producido en función del costo de la cosa misma pero no el costo del consumidor sino el costo de producción de la cosa, transportación, proceso de producción, se unen así valor apreciativo y costo de producción para definir lo que será el modelo de estructuración de precios en occidente a partir del siglo XVII.

Esto da forma definitiva a la construcción del sujeto de deseo en occidente, construye personas que valoraran bienes que sean reconocidos socialmente, que sean deseados por muchos, volviendo el deseo un deseo de otro, un deseo de masas y estableciendo una relación de consumo para con su deseo en donde el factor costo beneficio será el factor clave para determinar si algo es deseable o indeseable sumado a un creciente atravesamiento del factor estético y de la imagen como aspecto clave para situar el deseo.

Es claro como nuestra forma de desear es producto de una larga evolución de 3 siglos de transformaciones del capitalismo pero que se puede situar al mercantilismo como punto de inflexión en la construcción del sujeto de deseo, el mercantilismo produce una ruptura que no es solo de orden económico o subjetivo, sino también con la dimensión metafísica, vuelve el deseo algo tangible, algo físico, medible, cuantificable, observable y modificable, construye las reglas de las formas adecuadas de desear, a su vez designo el futuro de las relaciones humanas, no es casualidad que el siguiente paso fuera la biopolitica y que se fuera en el cuerpo en donde se situara las medidas de modificación del deseo, no es casualidad que fueran los objetos o servicios en su relación con el cuerpo lo que sería designado como deseo en la posteridad como característica esencial en los entes biopolitizados, esto es producto de varios siglos de perfeccionamiento discursivo, de procesos sociales e históricos que han dado estructura a nuestra sociedad moderna, la pregunta que domina la actualidad es ¿QUE DESEAS? Hay una constante exigencia a las personas para que definan que desean, ahí radica la trampa biopolitica ya que esta pregunta solo puede ser respondida y escuchada  en términos de consumo, si no es formulada bajo este código no es audible ni tiene eco en los otros. La verdadera pregunta esencial para producir sujetos y no alienados biopolitizados no es ¿QUE DESEO? Sino ¿PORQUE DESEO DE LA FORMA EN QUE DESEO? La pregunta clave no pasa por definir uno o cientos de objetos de deseo, sino por cuestionarnos y reflexionar sobre nuestra forma de desear, sobre la forma en que opera nuestro deseo y si esa forma de desear nos acerca a una vida satisfactoria o a un circulo de repetición infinito de frustración e insatisfacción.

Eduardo Contreras Merino.



jueves, 4 de abril de 2019

La generación de los llorones.


Este escrito es una reflexión respecto a una dinámica que está siendo reproducida de forma permanente en nuestra sociedad que es la de la queja como forma de existencia de un cierto sector social el cual denomino como la generación de los llorones. Esta generación de llorones la conforma un grupo que sus edades varían pero que se pueden ubicar el sector de jóvenes de menos de 30 años y cuya única función y sentido en su vida es la lloriquear y quejarse por todo aquello que los confronta con aquello que no quieren ver o con los códigos y símbolos que rigen sus existencias vacías.

Para que esto no se quede en un burdo ejercicio de Doxasta habría que hacer un análisis más profundo acerca de las causas de esta postura ante el ser de estas nuevas generaciones, para ello habría que remontarnos a los orígenes del neo-liberalismo.

El neo-liberalismo construyo una nueva forma de entender tanto las relaciones de producción, económicas, de consumo en nuestra sociedad, al establecer sus bases ideológicas sobre el libre mercado, la nula regulación estatal al capital y la falacia de la libre competencia el capitalismo no solo modifico las relaciones económicas sino también construyo un nuevo tipo de sujetos, los sujetos-mercancía, uno de los múltiples efectos de estas formas de subjetivación es la de construir personas dóciles y obedientes ante la nueva ideología dominante del consumo, para ello se necesitaba modificar el ser, apelar a producir personas en masa que actuaran, pensara y sintieran de formas muy concretas y eso se realizó a partir de varios ejes y estrategias de difusión y adoctrinamiento ideológico.

La primera de estas estrategias consistió en la anulación e invisibilizacion de cualquier propuesta cultural que fomentara la reflexión, el análisis, la crítica, se privilegiaron modelos culturales que permitieran la reproducción de un modelo ideológico banal, productos en masa diseñados para generar espectadores pasivos y mediocres, que solo consumieran cultura pre digerida, por ende no necesitan hacer un esfuerzo cognitivo ni subjetivo para codificar aquello que ven, la denominada cultura pop se articuló como la ideología de masas, el modelo de identificación a seguir creando modelos de vida correctos, exitosos, felices.

La segunda estrategia consistió en el establecimiento de un modelo educativo basado en el conocimiento técnico basado en las necesidades del mercado laboral y borrando poco a poco el conocimiento deductivo y analítico, privando de bases a los estudiantes para producir un pensamiento reflexivo y crítico,  acumulando cantidades cada vez mayores de conocimientos específicos, vemos así a legiones de médicos, arquitectos, diseñadores, economistas que poseen una serie de conocimientos técnicos pero que tienen una profunda ignorancia cultural y un gran desconocimiento de sí mismos, acumulan información banal, se resalta en la forma en como saben acerca de las nuevas contrataciones de su equipo deportivo favorito, sus estadísticas, las nuevas especificaciones del teléfono de moda, del nuevo auto codiciado, saben acerca de los lugares más exclusivos socializar pero en cuanto se les lanzan preguntas como ¿Quién eres? ¿Qué te gusta? ¿Qué deseas? Dan respuestas masificadas y homogenizadas, responden lo mismo que millones y millones de entes alienados y autómatas.

La tercera estrategia es la construcción de la mediocridad y la ignorancia como la forma adecuada de ser, en esta estrategia a diferencia de otros momentos de la historia se buscó generar sujetos que estén relativamente capacitados para desempeñar trabajos y funciones requeridas por el mercado laboral pero que no sean brillantes ni destacados en ninguna área, se realizó una estandarización de las capacidades personales y cognitivas, esto se realiza a partir de dos vías, en primer lugar la escuela comienza poco a poco a borrar de sus dinámicas pedagógicas la estimulación y competencia académica para reforzar otras características benéficas para el sistema de dominación tales como la puntualidad, el arreglo personal, las capacidades físico-atléticas, la conducta obediente ante la autoridad y el surgimiento de modelos pedagógicos, neoliberales que apelaban a borrar la frustración del modelo educativo produciendo generaciones de futuros adultos que desconocían sus propias capacidades intelectuales y creativas, incapaces de generarse retos por sí mismos, de manejar la frustración y se construye una homogenización en donde todos los niños son especiales.

Este discurso basado en la producción y el rendimiento produce una ideología ilusoria en la cual los limites no existen, todos tienen la misma posibilidad de ser lo que quieran ser, da igual las limitantes físicas y cognitivas, por el mero hecho de existir pueden aspirar a obtener lo que deseen, si esto lo complementamos con que el modelo cultual dominante de felicidad es la acumulación de dinero y el consumo que esto permite, generan masas de jóvenes que su mayor aspiración es conseguir un buen empleo que les permita ganar mucho dinero para acumular estatus y para ser reconocidos en la sociedad del espectáculo.

El discurso positivo es reforzado en el hogar, los padres en base a discursos de saber poder de orden pedagógico articulan una educación basada en  la comprensión y la motivación, entendiendo esta como una forma de no exigir nada al niño, en festejar y reconocer cualquier actividad que este realice por mas mediocre y común sea, una intolerancia ante la frustración de sus hijos haciendo que resuelvan cada uno de sus retos, y problemáticas obturando la posibilidad de un aprendizaje del niño en relación a la resolución de problemas, a la toma de decisiones, vemos así a niños, adolescentes y adultos jóvenes incapaces de asumir responsabilidades para con su propia vida, incapaces de lidiar con la frustración que el vivir implica, recurriendo a medios de evasión consumista para aliviar la angustia e insatisfacción de su propia mediocridad.

Presentan a su vez una distorsión de su percepción de sus propias habilidades y talentos, no logran percibir su mediocridad, su ausencia de talento, su ignorancia cultural, se vuelve común encontrarnos en el instagram, en el Facebook y diversas redes sociales paradojas e incongruencias existenciales y teórico-metodológicas alarmantes, vemos miles de sujetos poosers que se definen a sí mismos como escritores pero que jamás leen libros y si lo hacen solo aspiran a comprender autores como Coehlo o libros de superación personal, fotógrafos cuyo mayor logro estético y técnico es tomar selfies de su último viaje, de paisajes o aplicarles filtros a sus fotos cutres, artistas audiovisuales que hacen vídeos con la última cámara que su papi le regalo, que se drogan y embriagan o viven en los barrios exclusivos de los artistas pagados por sus padres de clase pudiente, filósofos y pensadores que lo son porque comparten cita de autores que jamás han leído ni leerán.

Son entes que viven en un permanente aparentar ser pero en cuanto se confrontan con la realidad de su propia mediocridad, de lo que implica ser escritor, fotógrafo, artista, filosofo, del trabajo, la constancia y tiempo que se requiere para ser bueno en ello y las privaciones que hay que realizar construyen su narrativa llorona, culpan al mundo de su falta de reconocimiento y talento, se refugian de forma desesperada en las redes para evadir su realidad, atacan y señalan a aquellos que osan criticarlos, borrando de su percepción y de su círculo social a todos aquellos que no corroboren su falsa percepción, que no legitimen su talento imaginario o su falso ser.

Otra estrategia es la creación de sujetos-victimas, esta estrategia tiene como finalidad producir personas que se perciban a sí mismas como víctimas, que son oprimidas por un sistema social, por los otros, por sus padres, que utilicen estos enemigos como vía de catarsis y como forma de eludir sus responsabilidades de sus propias acciones, de sus decisiones, de su forma de vivir, se les desprovee de su capacidad de autocrítica, de auto reflexión y de posibilidades de acción que les permitan construir formas alternas de vivir, construyendo un circulo de repetición infinito en el cual se enuncia una demanda de que sea el otro quien resuelva sus problemáticas, que el mundo se adecue a sus limitadas capacidades,  en donde la felicidad y la realización depende del reconocimiento y la acción de los demás.

Tomando como base estas estrategias de ejercicio de poder podemos hacernos una idea  clara de porqué se produjeron y como son esta generación de llorones, personas con una percepción distorsionada de sí mismos, una obsesión con aparentar ser, una nula capacidad de autocrítica y autor reflexión y por ende nula inquietud de si, presentan una ausencia de responsabilidad para con sus decisiones, una intolerancia a la frustración y a la angustia, una tendencia a la victimización constante y cuya única vía  de evasión es mediante el consumo y el espectáculo,  apelan a demandar que el mundo se adecue a sus propias mediocridades, que reconozcan sus fantasías y se borre todo aquello que los puede confrontar con sus limitantes, ante la frustración, ante los problemas de la vida, ante sus incapacidades,  lloran y se quejan, y demandan que alguien les resuelva sus problemáticas, que les creen una app para hacer fotos más fáciles, para editar vídeos con un botón, para obtener conocimiento sin leer libros, para ser artistas sin tener dominio de una técnica, guías para identificar qué relaciones son positivas o negativas, manuales para obtener relaciones sexuales placenteras, apelan a que nadie les diga que son malos, que nadie los limite, que nadie los cuestione en torno a su mediocridad, que sea la apariencia lo que sea lo relevante y no la esencia de las cosas.

La pregunta que surge es ¿Qué hacer con estas generaciones de llorones alienados? Existen varias posibles respuestas a esto, en primer lugar hay que evidenciar los efectos de estas prácticas discursivas que están produciendo esta clase de personas en masa. En segundo lugar el confrontar permanentemente a estos llorones, confrontarlos con su ilusión de realidad, desnudar esa apariencia para nombrar la verdad de sus existencias, exigir de ellos algo más, sacarlos de su lugar victimista, frustrarlos y llevarlos a los límites del desarrollo de sus capacidades y habilidades, señalar que detrás de aquello que denominan identidad solo está un determinado patrón de consumo pero sobre todo desarticular todo el imaginario que se han construido con respecto a su ser,  dejar de crear un mundo a la medida de sus mediocridades y limitantes, y empezar devolverles su cruda realidad, que no son especiales ni talentosos, solo son productos en masa que aparentan ser algo más  y así como los niños ante la frustración lloran y hacen berrinches pero una vez que comprenden que no obtendrán nada de esa forma modifican su postura, aplicar la misma estrategia para con ellos, dejémoslos llorar, hacer sus berrinches, simplemente no cedamos ante sus demandas.

Eduardo Contreras Merino


viernes, 29 de marzo de 2019

La sociedad de la opinión, la tirania de la Doxa y la decadencia de la Episteme.


Nuestra sociedad atraviesa uno de los momentos más oscuros en relación al conocimiento, tanto en el conocimiento epistemológico como en  el conocimiento sobre sí mismos, vivimos en la era de la tiranía de la opinión, una era definida por la expresión y masificación de determinados discursos sin ningún tipo de respaldo epistemológico, una serie de opiniones basadas en alienaciones ideológicas las cuales se les ha dado el lugar de verdad, a lo largo del texto hare una reflexión acerca de cómo esta subjetivación social opera a partir de que aquello que Platon denominaba como la Doxa y como esto ha  producido una lenta pero constante degradación de aquello que Platon denominaba la Episteme.

Para Platon existen cuatro tipo de formas de conocimiento posibles los cuales se traducen en 4 grados de realidad  en los sujetos, cada una de estas formas de conocimiento producen determinadas formas de subjetivación y de relación del sujeto para con su mundo, es decir, le permitirán tener mayor o menor claridad y comprensión de su realidad.

1.  La Eikasia (imaginación). Para Platón la imaginación es el grado de percepción y de conocimiento más alejado de la verdad, a la producción de la imaginación los define como Eikones, una serie de imágenes que solo son un reflejo de la realidad, algo especular y no real, y que se basan en la sensibilidad pero no una sensibilidad afectiva sino en la mera apreciación sensitiva, en una predilección de la mirada como forma de definir la realidad a partir de lo perceptible visualmente, es el mundo de las imágenes pero a su vez en este terreno Platón inserta la Techne (arte) que las coloca como un conocimiento figurativo, que frecuentemente puede producir imágenes equivocadas de la realidad, falsas percepciones del mundo, el arte puede producir un conocimiento acerca del mundo pero no es un conocimiento que pueda acceder al grado de una verdad ya que está basado en la percepción y  la expresión personal, es una interpretación del mundo que a su vez produce otras formas de interpretación, esto puede dar lugar a representaciones de la realidad más fidedignas o representaciones de la realidad que distorsionan la verdad sobre la realidad.

2. La Pistis (creencia). La creencia es otra forma de conocimiento del mundo, para Platón está en relación a los hábitos, también puede significar confianza, es decir es un tipo de conocimiento basado en la confianza en aquello que se ha vuelto un habito, una constancia sobre la realidad exterior al sujeto, esa constancia es aquello que le permite mantener una tranquilidad con respecto al mundo exterior y una percepción de que aquello en lo que cree y confía es real. La creencia requiere de la elaboración de certezas, de constancias inmutables, por tanto es un grado de conocimiento inferior ya que no apela a conocer la verdad sino a definir la realidad en función de construir una constancia.

Los Eikones y las creencias  del mundo exterior es aquello que Platon denomina como Doxasta, el mundo y dominio de lo opinable y sus procesos de conocimiento son las Eikasia y la Pistis cuya unión produce la Doxa (opinión) esto implica que todo conocimiento basado tanto en la imaginación como en las creencias jamás pueden acceder a ser colocados como conocimientos que están en relación a la verdad, sino en relación al terreno de lo perceptible, de lo interpretable y lo sensible, son formas que reflejan el modo de vivir, de sentir, de creer de los sujetos pero que no podrían ser considerados como verdad, no en el sentido de una verdad sobre si ya que lo que el sujeto siente o percibe es real y verdadero ante él pero no puede generalizarla ni imponerla a los demás como una verdad evidente y reconocible por los otros.

En un grado de conocimiento diferente Platón denomina como la Noeta a aquel mundo de lo inteligible, de lo razonable, pensable, y lo analizable y define dos tipos de conocimientos que están en relación a este mundo.

1. La Mathematika (matemáticas). Este conocimiento aborda todo aquello que es del orden de lo que Platón denomina como entidades matemáticas, geométricas, y similares, su forma de accesos a este conocimiento es vía la Dianoia (conocimiento deductivo)  cuyo conocimiento tiene a su vez una serie de limitantes ya que se quedan en el nivel de construir principios de constancia y no se alejan demasiado de la creencia, los matemáticos apelan a definir la realidad a partir de sus formas, sus dibujos geométricos, sus operaciones, creen que aquello enuncia una verdad por sí mismo, como si en el acto de nombrar y de analizar deductivamente implicara a priori  una verdad, es aquello que Foucault denomina como la mathesis, esta necesidad del pensamiento occidental de buscar transmutar la realidad al pensamiento matemático, definir la realidad a partir de sus principios lo cual no los sitúa demasiado lejos del dogma, ya que al partir sus definiciones de principios basados a su vez en otros principios dados por supuestos verdaderos lleva a una cadena de reproducción de conocimientos, y a la creación de una determinada forma de percibir y representar.

2. Los Archai (principios). Los principios son aquello que define las cosas como son, es lo que permite entender el funcionamiento último de los procesos de la realidad, la esencia de las cosas y lo seres, y su vía de acceso a este conocimiento es la Noesis (inteligencia o intuición) para Platón esta es la forma de conocimiento más elevada, ya que a diferencia de la Mathematika que inserta el orden de la creencia en la construcción de su conocimiento la Noesis se relaciona para con estos principios únicamente como hipótesis que pueden ser corroboradas o descartadas y que están en un continuo cambio o evolución, son vías de acceso a la verdad, procesos de desarrollo de una verdad.

Para Platon entonces no existen ni solo un conocimiento sensible o perceptible, ni solo un conocimiento del orden de la razón, se encuentran permanentemente en un estado de influencia uno sobre el otro en el caso de las almas y seres evolucionados y que han desarrollado su espíritu, estas formas de conocimiento están en estrecha relación con lo que se denomina como la Epymelia Hatou (inquietud de sí), implica todo un proceso de desarrollo del espíritu para acceder a grados cada vez más complejos de conocimiento, posibilitan el acceso al sujeto a la espiritualidad entendiendo esta como un conjunto de ejercicios y transformaciones subjetivas que se dan en un sujeto para acceder a una verdad sobre si o sobre el mundo, a menor espiritualidad el humano representa su realidad a partir de la imaginación y las creencias, a mayor grado de espiritualidad se desarrolla el pensamiento deductivo, la inteligencia y la intuición, que a su vez generar distintas formas de subjetivación y de actuar en las personas.

Después de todo este recorrido teórico es más sencillo comenzar con el motivo eje del escrito, actualmente vemos como gracias al crecimiento de los medios de comunicación masiva, de las redes sociales, de los teléfonos inteligentes, que el acceso a la expresión es cada vez más sencillo y simple, basta con poseer un dispositivo y conexión a internet para poder enunciar una postura respecto a diversos temas que son designados como interesantes, millones y millones de espíritus pobres tienen la necesidad de ser escuchados, leídos, y se sienten con total legitimidad de enunciar aquello que para ellos es una verdad irrefutable, pero, ¿realmente es una verdad?

La respuesta a esto es muy evidente, la mayoría de estas personas se encuentran en el terreno de la Doxa es decir del mundo de lo opinable, sus expresiones están basadas en creencias ideológicas, o en su propio sistema imaginario, están estructuradas a partir del orden sensible y perceptible pero son carentes de análisis y reflexión, lo único que reflejan son sus espíritus huecos, su nula inquietud de si y de su mundo y se conforman con respuestas simples y reduccionistas a fenómenos complejos de la vida humana.

El que existan una gran cantidad de personas con pobreza espiritual no es algo nuevo en la historia, ya desde los tiempos de Socrates enunciaba que la inquietud de si no era para todos, que solo unos cuantos se animaban a recorrer esa camino, la diferencia radica en que mientras en la antigüedad la pobreza espiritual era motivo de vergüenza y por ende llevaba a los pobres de espíritu a no pronunciarse en temas para los cuales estaban ampliamente rebasados, en la actualidad la pobreza espiritual se ha elevado al estatus de un bienestar, la ignorancia se percibe actualmente como sinónimo de felicidad, como modelo de identificación a seguir, aparecen los Influencers, los líderes de opinión, sujetos con una pobreza espiritual alarmante, charlatanes envestidos de un lugar de saber que enuncian verdades a medias en el mejor de los casos, en la mayoría de los casos solo enuncian aquello que su pobreza de conocimiento les alcanza a enunciar, prejuicios, dogmas, discursos morales, experiencias personales, es para lo único que les alcanza.

Esta expresión masiva de los pobres de espíritu se nos ha vendido bajo el nombre de libertad de expresión, se ha construido un discurso ideológico que sostiene que nuestra sociedad es más evolucionada que la antigüedad ya que todos pueden expresar su opinión y que esta  es igual de valida que cualquiera, todo aquel atisbo de ejercicio de pensamiento reflexivo o uso de la inteligencia es leído como elitismo, como algo en contra de la democracia, cualquier expresión cultural que exija un mínimo de análisis, de reflexión es pensada como algo elitista, como expresiones presuntuosas, mamonas, desagradables.

Esto ha generado un nuevo modelo fascista, una tiranía de las masas como bien la define Ortega y Gasset, una cultura diseñada de tal forma que refleje perfectamente la pobreza espiritual de la mayoría de sus miembros, vemos así como el cine, la literatura, los medios de comunicación, el arte, están diseñadas únicamente para ser percibidas y para producir sensaciones pero para obturar la posibilidad de reflexión, de análisis, de cuestionamiento de aquello que perciben, imponen formas de representación de la realidad, modelos de identificación que apelan a ser reproducidos y masificados.

El problema se agudiza porque sus efectos también tocan al sujeto mismo, tocan su ser, o más específicamente anulan su ser, al decaer la reflexión como vía de acceso a la representación del mundo, esto lleva al sujeto a no reflexionar tampoco sobre sí mismo, a anular su inquietud de si, vemos así como este modelo de representación basado en la percepción y la sensación se vuelve también la forma de relacionarse para consigo mismo y para con los otros, los que, para que, porque, dejan de ser relevantes en las personas, para pasar únicamente a vivir alienadamente privilegiando aquello que se mira y se siente pero no  es un mirar y sentir autentico, ya que para esto habría que preguntarse sobre eso que se ve y se siente, son percepciones basadas en un sistema de creencias predefinidas y en modelos de imaginarios que preceden al sujeto re direccionando sus sensaciones y percepciones en función de intereses económicos y biopoiliticos dominantes.

Esta idea de la democratización de la libertad de expresión lo que encubre es toda una estrategia biopolitica de homogenización del pensamiento  y del ser, apela a construir sujetos que sientan y perciban el mundo en relación a distintos subgrupos discursivos ante los cuales el sujeto se identifica y los reproduce, vemos así como están los tolerantes-intolerantes, conservadores-liberales, machistas-feministas, veganos-carnívoros, discursos que se venden como mercancías a consumir y dan respuestas simplistas y superficiales en su mayoría de los casos. ¿El problema está en incorporarnos a un discurso entonces? No, el problema radica en la nula profundización de ese discurso, en asumir una postura de no reflexión y análisis de esos discursos, el poder tiene clarísimo que el saber empodera, por eso le ha declarado la guerra a todas aquellas epistemes que apelan a generar reflexión y análisis y difunde aquellas que producen verdades dogmáticas, el desarrollar el espíritu y el tener inquietud de si es un proceso largo y doloroso pero que permite un acceso a la libertad y al tener un poder sobre sí mismo, aquellos que buscan respuestas simples e incuestionables se condenan a reproducir, a no ser.

Eduardo Contreras Merino


jueves, 21 de marzo de 2019

El deseo indiferente, la libido del envoltorio.


En la actualidad todo aquello que habla de nosotros mismos, nuestros deseos nuestras pasiones, nuestro cuerpo es decir todo aquello que es el del orden de las pasiones y  no de la pasividad no es bastante extraño, se han tornado un ente desconocido, un enigma, se ha construido un vacío abismal entre el sujeto y sí mismo, el biopoder ha hecho del cuerpo y de la experiencia humana su blanco principal para construir formas de subjetivación basadas en el consumo, en el espectáculo, la finalidad de esta reflexión es mostrar como uno de los efectos de este biopoder ha sido la producción de cosas-que-sienten y cuyo deseo si es que se le puede denominar así es un deseo indiferente, es una libido del envoltorio, de la imagen.

Con la sustitución del arts erotica  por la construcción del sexo y el deseo como un dominio de saber, la sociedad paso de ver el sexo como una expresión de aquello del orden de lo pasional para verlo como una técnica, como un conocimiento a develar, a descubrir, su relación para con su cuerpo y su deseo dejo de ser un asunto personal para pasar a ser un tema de dominio público y un conocimiento definido por un conjunto de disciplinas científicas.

La sociedad del espectáculo con su tiranía de la imagen ha venido como si fuera un slogan publicitario a decirnos que el deseo es producido y encendido por la belleza, que el erotismo gira entorno a un mecanismo perceptual cuyo objeto es la reproducción de un modelo estético dominante, ante esto pronto vemos que el slogan es una mentira, ya desde Platon veíamos como el deseo no está producido por la belleza, en su proposición de que   Eros no es ni bello ni feo, ni joven ni viejo,  se inserta  que el deseo es algo del orden metafísico, algo que trasciende la carne., el cuerpo, algo que es del orden espiritual. Spinoza en la ética define el deseo (cupitidas) como “la esencia misma del hombre en cuanto concebida como determinada a hacer algo en virtud de una afección cualquiera que se da en ella” y es justo esta esencia de la que la sociedad del espectáculo y el bipoder buscan privar a los sujetos.

En Freud con el concepto de libido y de pulsión también encontramos un elemento metafísico del deseo, el deseo no es mero instinto, no es una mera reacción carnal, el deseo es un intrincado sistema de representaciones que permiten al sujeto adquirir una determinada inclinación erótica por un objeto, un objeto que no es una imagen, un sujeto que no es un concepto, es una representación y la libido es esa energía producida por la pulsión erótica,  es esa inclinación a buscar ese objeto de deseo, toda la historia de la filosofía coincide en el elemento metafísico del deseo, en que el deseo es algo más que una mera imagen que es más que una mera manifestación corporal, el deseo trasciende la carne para generar un unión entre el cuerpo y el espíritu, entre la pasión y la actividad necesaria con respecto a ella.

La función de la sociedad del espectáculo y el biopoder es la de borrar ese elemento metafísico del deseo por medio de la construcción del sexo como dominio de saber, como un discurso de saber-poder, el deseo es reducido a su dimensión carnal, los cuerpos son buenos o menos buenos, las erecciones, lubricaciones, posiciones, se clasifican en satisfactorias o insatisfactorias en relación a la lógica del libre mercado y el rendimiento, el cuerpo se mide entonces entorno a la cantidad de goce que se puede obtener de él, no hablamos de placer ya que para ello el sujeto tendría que incorporar algo más que su mero cuerpo en la relación sexual, el placer es algo ajeno , algo inalcanzable.

Si partimos de la premisa que una de las funciones simbólicas de la sociedad del espectáculo consisten en construir una serie de discursos entorno a  lo espectacular, esto en la experiencia del deseo se traduce en una clasificación de aquello que se ubica como lo espectacular del cuerpo, se aterriza en un desfile permanente de cuerpos espectaculares, cuerpos capaces de producir una gran cantidad de deseo por sus culos enormes, sus pechos inmensos, sus músculos marcados, sus barbas perfectamente cuidadas, cutis, tersos, un estilo de la moda,  vemos así como el deseo comienza entonces a fragmentarse, el cuerpo deja de ser una parte del ser para colocarse como la única parte relevante ligándose a una lógica del consumo, un consumo que se basa en la espectacularidad del producto como en el uso de ese producto.

Otra de las funciones de lo espectacular es borrar la falta, la imagen de la mujer con el culo enorme, del hombre con músculos marcados y barba cuidada simétricamente vestidos al último grito de la moda solo encubre su pobreza existencial, no hay que charlar más de 5 minutos con alguna de estas mercancías, para descubrir un profundo vacío intelectual, cultural, ideológico y afectivo en ellos, han sido reducidos a un mero cuerpo, por eso les aterroriza envejecer, enfermar, por eso se desarrolla en ellos una obsesión por mantener aquello que es lo único que los define, es lo único que los hace visibles.

La mal llamada libertad sexual moderna se reduce a una mera acumulación de mercancías, no hay diferencia entre aquel o aquella que tiene un iphone, un ipad, una laptop, una televisión inteligente y que su consumo se basa en la acumulación que aquel que está en una búsqueda desenfrenada por acumular cuerpos, el goce no radica en el encuentro sexual en sí mismo, en el encuentro con el otro que se traduce en una expresión de erotismo, el goce radica en la posesión y acumulación del cuerpo del otro, de ahí la aparición de los “Nudes” de los “Packs”, si una de las bases de la sociedad del espectáculo es mostrar constantemente lo espectacular,  los nudes y packs cumplen esa función, el goce radica en mostrar aquello que se acumuló, aquello que se posee, solo evidencia el cuerpo como una mercancía más, como un producto consumido y al igual que la mayoría de las imágenes borra la falta, ocultan la experiencia sexual, el placer, vemos cuerpos desnudos en poses que ejemplifican una ortopedia del goce y de lo espectacular.

Otro de los efectos del espectáculo radica en la producción de un deseo indiferente, las cosas-que-sienten-que sienten ya no se preocupan por preguntarse acerca de su deseo, acuden a la televisión, a las revistas para hombres y mujeres, al cine, a los seudoestudios, para cubrir eso, esperan que les digan cual es el cuerpo deseable, cuales son las posturas sexuales que más goce pueden producir, cuales son las prácticas sexuales más eróticas, que tipo de personalidades son las mejores parejas sexuales, la consecuencia de transformar al sexo de una praxis erótica a un dominio de saber radica en la mecanización y homogenización del deseo, se le ofrece al sujeto toda una estructura taxonómica en la cual solo queda identificarse con alguno de esos lugares dentro de la clasificación y actuar en función de lo esperado y definido por estos lugares simbólicos, define por entero su relación para con su cuerpo y su goce a partir de estos dominios de saber.

Nos encontramos entonces con una oleada de personas no deseantes, que simulan desear para no desear, para no ocuparse de su deseo, sujetos que tienen nula inquietud de si, de sus placeres  y pasiones, un deseo mecánico cuyas consecuencias se ven a la vuelta de la esquina, paradójicamente mientras más relaciones sexuales hay en nuestra sociedad más se incrementan los padecimientos sexuales, más gente padece de disfunciones sexuales, problemas de erección de excitación de anorgasmia, lo cual en vez de llevar al sujeto a interrogarse sobre el lugar que el placer y la pasión tiene en su vida lo lleva a sujetarse a un dominio de saber que le establezca una terapéutica para reestablecer su deseo, demanda regímenes dietéticos que le permitan acceder a una vida sexual plena, satisfactoria, un régimen que no lo lleve a cuestionarse sobre su posición para con su vida, sus decisiones, su forma de desear, de percibir, se demanda una terapéutica que intervenga sobre lo único que existe, el cuerpo mismo, se genera así lo que definiré como ortopedia del deseo, la ortopedia del goce, el cual se basa en todo a una tecnológica disciplinaria que busca reducir al sexo a una serie de posturas, de ritmos, de técnicas, las cuales son prescritas al sujeto para su reproducción sin reflexión.

El segundo costo a pagar por la cosa-que siente-que siente en su sujeción a la sociedad del espectáculo radica en condenarse indefinidamente al sufrimiento, se acumulan en los consultorios de los psiquiatras y psicólogos personas con trastornos de somatización, con enfermedades psicosomáticas que a diferencia de la época victoriana freudiana en donde se producían por una represión del deseo ahora se producen por una indiferencia ante el deseo, por una incapacidad de ver en el deseo algo que trasciende el cuerpo, por la negación de la dimensión metafísica del deseo, son así eternos pacientes que esperan permanentemente la llegada del placer pero sin estar dispuestos a hacer nada para obtenerlo. Llegados a este punto surge una pregunta muy interesante, ¿Qué sería un deseo autentico?

Si el deseo indiferente, se caracteriza por un borramiento del ser y de la dimensión metafisica del sujeto y de una técnica de dirección de la subjetividad de las personas, el deseo autentico por medio de una inversión dialéctica se podría pensar como la antítesis de esos procedimientos, el deseo autentico seria ese deseo de desear, un deseo que se encuentra en un estado de permanente inquietud de si, un deseo que enuncia una verdad sobre aquel que desea, algo que lo humaniza, una expresión que permite la construcción de un Yo, pero no únicamente el yo social, sino que permite la diferenciación del sujeto para con los demás y a su vez permite una relación de reconocimiento social. Un deseo que posibilita un estado de  permanente creación y re-creación de los placeres, las inclinaciones, del erotismo, y que en esencia es de corte activo, al darle lugar a la pasión la actividad aparece dejando de lado la pasividad de la indiferencia, el dolor se incorpora como parte del acto mismo de desear, por eso no se coloca en el cuerpo, no se traduce en trastornos somáticos, ni en disfunciones sexuales, el dolor se juega en el sentido metafísico, en un dolor de la existencia que es intrínseco al deseo, el dolor y el placer se construyen en una relación dialéctica que constituye el deseo.

Para concluir mientras que en la época victoriana las preguntas con respecto al deseo eran del tipo ¿es correcto o incorrecto desear? ¿Qué deseos son normales y cuáles anormales? 
En la actualidad el interrogarse sobre el deseo ha dejado de ser relevante para simplemente enunciar respuestas, SE desea esto, SE goza de esta forma, un hombre o mujer SE debe ver de tal forma, el eje entonces radica en la posibilidad de poder salir de estos dominios de saber, la posibilidad de representarnos como algo más que un cuerpo, que una imagen, que un concepto para poder cuestionarse a sí mismo. El dilema sigue, ser cosa o ser sujeto, hay que elegir.

Eduardo Contreras Merino.